Los dioses mienten
Recuerdo vagamente mi primer día como profesor; no podía mirar a los ojos a los alumnos, sudaba demasiado y me la pasaba dando vueltas del escritorio a la puerta. ¿Qué dije ese día? No recuerdo bien, algo sobre el curso, como iba a calificar y un poco sobre la introducción a la materia de análisis literario, pero las palabras se me juntaban y revolvían, causando un desagüe de tonterías. Nunca me imaginé frente a un salón, por lo contrario, cualquier…