Gris

Gris

Un diagnóstico psiquiátrico te cambia la vida, en muchos casos es como encontrar esa pieza faltante, que encaja perfecto dentro de una narrativa que no lograba entenderse hasta ese entonces. Otras veces parece una especie de condena; de arrastrar ese diagnóstico e inyectarlo por completo a tu identidad, pensando que no “eres o existes” sin esa pieza. Y de pronto solo eres eso, un diagnóstico, una sentencia a tu comportamiento.

Hace 28 años atrás recibí el mío, en ese entonces las cosas eran distintas con todo el tema de la salud mental. Prácticamente mi proceso lo viví solo (no tuve mucha opción) y eso me ha pasado factura en mi vida adulta y mi forma de relacionarme con los demás.

En el último mes ha salido “esa” platica, que he repetido ya varias veces a lo largo de los años:

¿Cómo fue que me diagnosticaron?

¿Qué sucedió durante esas dos semanas visitando doctores, especialistas y centros psiquiátricos?

Todo el proceso (resumido) de “cómo iban a quitarme lo raro”

Como ya he dicho, no es la primera vez que cuento eso, pero últimamente pesa, me invade una gran tristeza al recordar todo eso, antes no era así o la carga no era tan pesada en el recuerdo.

Creo que es porque me siento Gris.

Entumecido, distraído, distante. Las cosas se ven como si se observaran a través de un telescopio invertido. Cansado, con ganas de enterrar los pies dentro de la tierra húmeda para obligarte a detenerte, porque no sabes hacer otra cosa que caminar, avanzar.

Insisto y me digo, me hago creer que es otra etapa, hago cuentas y durante los últimos 12 años me he encargado de apagar incendios o por lo menos controlarlos, llamas que ni siquiera eran mías. Pero se tenía que hacer algo. Y ahora no me entiendo sino estoy dentro del fuego.

Otras veces siento el peso de la sentencia:

“Para siempre será así”.

El peso de la distimia, la depresión crónica, de ser Gris. Y en un ambiente de echar ganas y gritos con colores, celebraciones trascendentales, historias de éxito romantizadas hasta la medula, el gris se vuelve un color pesado de cargar. Aun así, no me arrepiento de recibir el diagnostico, siempre escogeré ir a terapia si tuviera que repetir todo de nuevo, quizá el Gris sea parte de mí, de lo que soy, pero me salva y alivia pensar que dentro del abismo hay más, que fuera del fuego existe algo más que un color que arrastrar y un pasado que constantemente te golpea en el hombro, obligandote a mirar hacía atras .

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.