Sin Nombre…

Sin Nombre…

Mi historia como cientos de otras comienza con una mujer, sí, una hermosa mujer. No es nada original, ni siquiera medianamente sorprendente, lo sé muy bien, pero es la verdad, tal como yo la conozco.

Quisiera decir que fue amor a primera vista, que nuestras miradas se cruzaron y en un instante pude ver cómo sería nuestro futuro juntos, pero no fue así, me prometí a mi mismo que sería honesto, crudo si fuera necesario.

Lo primero que note fueron sus piernas.

Largas y pálidas piernas que ella mostraba orgullosamente, un vestido corto, muy corto que con cada paso que daba levantaba falsas promesas de mostrar un poco más.

La seguí por varias cuadras, para este momento me encontraba rezándole a todos los dioses que conocía que trajeran un poco más de brisa, que levantaran unos cuantos centímetros más de esa tela amarilla que privaba a mis ojos de lo que estaba seguro sería un trasero espectacular.

La brisa nunca llego.

Un par de minutos después alguien allá arriba tuvo que apiadarse de mí pues la dueña de esas piernas –y de ese trasero- se metió a un bar.

Levante la mirada al cielo y estoy seguro que hubiera gritado “Aleluya” a todo pulmón si la calle se encontrará más vacía. Me limite a arreglar el cuello de mi camisa y entre con paso seguro al bar.

Un rápido vistazo al lugar me dijo todo lo que necesitaba saber.

Ella se había sentado en la barra, el lugar estaba medio vacío, las personas comenzarían a llegar hasta más tarde lo cual me daba la oportunidad perfecta para acercarme a ella.

Unos cuantos pasos después me encontraba a escasos centímetros de ella, lo suficientemente cerca para oler su perfume. El cantinero levanto un dedo hacía mí en señal de que esperara un momento, ella termino de encargarle un whisky.

El cantinero volteo hacia mí y levanto las cejas  en señal de interrogación.

-Lo mismo que la señorita.-

Una rápida mueca en el rostro del cantinero, desdén, desaprobación, quien carajos podría adivinarlo.

Ella se giro en el asiento y por primera vez en esta extraña persecución veo su rostro. Rasgos afilados, una nariz pequeña, carnosos y sugestivos labios, ojos cafés que parecen burlarse de mí.

-Así que finalmente me alcanzaste.-

Seguramente mi expresión fue de pánico.

Una risa, una ceja que se levanta, dios mío, esta mujer es perfecta.

-No sabía que lo habías notado.- contesté con tanta confianza como pude.

Otra risa más.

-Honesto, bueno eso si es extraño.-

-Directa, eso es… peculiar.- contesté rápidamente.

-¿Peculiar?.  Bueno, debo admitir que nunca me habían llamado peculiar. ¿Debo tomar eso como un halago?.-

-Absolutamente.-

-Peculiar.- repitió ella, como probando la palabra. –Me agrada, podría acostumbrarme.-

El cantinero interrumpió nuestra charla colocando nuestras bebidas frente a nosotros. Nos dirigió un largo vistazo antes de irse al otro extremo de la barra.

-Creo que no le agrado.- comenté señalando con la cabeza al cantinero.

-Así es Neil.-

-¿Conoces al cantinero bien?.-

-Lo suficiente para saber su nombre.- contestó con una sonrisa.

-¿Cuánto tengo que conocerte para saber el tuyo?.-

-Sólo tienes que preguntar.-

-Creí que eso era lo que había hecho.- comenté sorprendido.

Ella se limito a levantar la ceja y dar un trago a su bebida.

-Y yo que creía que había sido una manera elegante de preguntarlo.-

-Ni siquiera original.- respondió ella con una sonrisa.

-Podría preguntarlo directamente, pero me estoy divirtiendo demasiado. ¿Tú no?.-

-Lo suficiente, sigo aquí, ¿No?.-

-¿No quieres saber mi nombre?.- pregunté.

-Realmente no.-  contestó rápidamente

-¿No?. ¿Y por qué no?.- pregunte sorprendido.

-No lo necesito.-

-¿Cómo es eso?. ¿Seguirás hablando con un extraño? ¿Qué tal si me levanto y quieres llamar mi atención?, ¿Cómo me llamaras?.-

-No creo que lo hagas, levantarte.-

-¿No?.-

-No.- contestó con arrogancia.

-Suenas muy segura de eso.-

-Veamos, me seguiste por varias cuadras, creo que puedo asegurar que estás más que ligeramente interesado.-

-Tal vez deje de estarlo.-

-Sí, pero lo dudo.-

La plática no estaba yendo por el camino adecuado, su arrogancia era insoportable, pero maldición quería saber su nombre.

Mi silencio pareció gustarle, una burlona sonrisa apareció en su rostro.

Tenía dos opciones, pagar y olvidarme de ella, o seguir su juego y ganarle.

-Tic, toc, tic, toc. ¿Y bien, que has decidido?.- pregunto ella interrumpiendo mi debate mental.

-¿Qué?.- pregunté sorprendido.

-¿Continuas jugando o te retiras?.-

-Espera, ¿acaso dije algo?.-

-No.-

-Entonces, ¿por qué me preguntas algo así?.-

-Es muy sencillo, tu mano está apretando con fuerza el vaso, tu sien empieza a perlarse de sudor y no has dicho nada en varios segundos. No necesito ser adivina para saber lo que estas pensando.-

Hice un esfuerzo por soltar el vaso y fije mis ojos en los suyos, maldición, no dejaría que ganara tan fácil.

-¿Haces esto con frecuencia?.- pregunté con frialdad.

-Ahhh, así que no lo has decidido aún, pensé que tomarías la decisión más rápido, mostrabas tanta promesa.- comentó con decepción.

-¿Qué tipo de juego traes entre manos?.-

-Tsss… tsss, eso es trampa.-

-Sólo es una pregunta.-

-Pero la respuesta te daría una decisión.- dijo ella mientras me miraba fijamente. –Y yo quiero que tú lo decidas.-

Podía sentir como mis nervios comenzaban a crisparse, tenía que ganar algo de tiempo.

-No sabía que hablar contigo sería una odisea.- respondí lo más calmadamente que pude.

-¿No?.- preguntó ella divertida.

Otra vez esa maldita palabra.

-Deja de decir eso.-

Ella acerco su rostro al mío, podía sentir su aliento en mi mejilla, un ligero olor a whisky y a algo más provenía de él.

-Yo creo que sabías que esto- dijo señalando al espacio entre nosotros –sería un reto y creo que eso es lo que te gusta- puso una mano en mi antebrazo brevemente antes de alejar su rostro del mío –pero claro, podría estar equivocada.-

Esa debió ser mi pista, debí de haber pagado mi trago y salir de ahí a toda prisa. Pero todo en ella me atraía, me jalaba, podía sentir como me perdía en ella y no me importaba. Su voz, su tacto, prometía tantas cosas, lujuria, placer y algo más, algo enteramente único, algo suyo por completo. Ella tenía razón, me parecía un reto, un juego más que tenía que ganar.

Tomé mi vaso y le di un largo trago.

-¿Y bien, cuál es tu nombre?.-

Nunca olvidaré su sonrisa.

 —-Sybelle

Un comentario en "Sin Nombre…"

  1. Huuu nice historia aunque le lei rapido y juro que llegando a mi casa la leere de nuevo con mas calma, me gusto mucho mucho

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