El niño que jugaba con sombras…

El niño que jugaba con sombras…

Había una vez un niño, que se dedicaba a hacer sombras de animales con la luz de una pequeña vela, este era el único juguete que tenía, sus padres muy pobres eran y no podían comprarle a su pequeño tan dichosos regalos. Pero al niño no le importaba, el feliz era, haciendo sombras en la pared.

Una noche en especial, cuando caía mucha nieve fuera de su humilde casa y la luna fuerte brillaba, el niño decidió hacer una sombra muy singular. Movió las manos , jugó con la luz y una sombra nació, pero esta sombra no necesitaba de las manos del niño para moverse, puesto que se puso a corretear por todas las paredes después de haber sido creada.

-¿Quién eres tu- Le pregunto el nervioso y asustado pequeño

-Soy la sombra que juega a ser lobo en la pared- Le contesto en tono juguetón, aquella sombra que no dejaba de correr.

-Puedes dejar de hacer eso, me estas mareando- Replico el pequeño

La sombra que jugaba a hacer lobo en la pared no titubeo al comando del niño y se detuvo por completo.

-¿Por qué estás aquí?- Volvió a preguntar el tímido niño, cubierto por una de sus almohadas como si fuera un escudo mágico que lo protegería de todo mal

-Un niño muy preguntón resultaste ser, estoy aquí porque historias quiero contarte e historias quieres escuchar- La sombra respondió

El niño intrigado estaba y vencía el miedo con cada palabra salida de aquella sombra, salió de su cama aun con su alomada y se acerco a aquella sombra clavada en su pared.

-¿Me contaras historias? ¿De verdad? Qué bueno, soy un niño muy pobre que solo juega a hacer sombras, no tengo dinero para libros ni juguetes-Indico el ahora entusiasmado pequeño

-Sí, pero para que yo pueda contarte historias esto es lo que haremos- La sombra que jugaba a ser lobo dejo ver unos afilados dientes de su oscura boca –Cada historia deberá ser pagada con sangre, sangre por historias, historias por sangre, así es el trato-

El niño miro a la sombra un momento, luego corrió hacia uno de sus cajones, sacando de ahí un pequeño y diminuto alfiler, se pincho uno de sus dedos y con la punta del mismo escribió la palabra “HISTORIA” en la pared. El lobo que jugaba a ser sombra en la pared dejo entrever una gran sonrisa y sus negros dientes, no sin antes anunciarle a la luna con una gran risa que se confundía con aullido, que era hora de comer.

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