El hombre que esperaba en la tromenta
La tormenta era hueca, tanto el valle como las montañas no gritaban junto con ella, la ignoraban tal y como si no existiera, tal y como se ignora a un niño a mitad de una rabieta. Las gotas caían con todo el peso de un fantasma cobarde que se esconde en un ropero, detrás de la ropa con aroma a viejo. El cielo se iluminaba, una y otra vez, una y otra vez los rayos rasgaban la noche llamando a las…