Diagnóstico. Primera parte.
Despacho del Doctor Ignacio Solorzano
Fecha: 22 de febrero del año 2019
Paciente: Daniel Rojas
Edad: 7 años.
Posible diagnóstico: Desconocido
Me tomaré este perfil de manera diferente. El paciente Daniel me intriga, ya llevamos 6 meses de terapia y todavÃa no puedo dar con un diagnóstico preciso, más que un perfil, son varias notas y pensamientos que espero me ayuden a encontrar lo que estoy buscando respecto a Daniel.
Daniel llegó a mi consultorio acompañado de su madre hace 6 meses aproximadamente, recuerdo muy bien el dÃa, el clima era seco, mucho sol, pero habÃa mucho viento. Los árboles se sacudÃan constantemente, fue un problema al principio puesto que el árbol que está fuera de mi consultorio pegado a la ventana no dejaba de golpear con las ramas la ventana. Ya me encargué de eso, podaron el árbol desde aquél entonces. La señora Rojas llegó angustiada, como mucho de los padres que llegan conmigo y traen a sus hijos. Pero pude percibir algo distinto en la señora Rojas. HabÃa un evidente agotamiento en la madre de Daniel, ojeras marcadas, delgadez y un humor volátil, llegó alterada.
Aquà un extracto de nuestra primera entrevista:
—Buenas tardes señora Rojas, mi nombre es…
—SÃ, sÃ, sé quién es, maldita sea, su nombre está fuera en la puerta de su consultorio. Usted es el tercer psicólogo que visitó en los últimos meses. Estoy harta, harta de las entrevistas y de tener que explicar esto.
Tomé una ligera pausa, querÃa que ella se desahogará, me levanté y le servà un poco de té que habÃa preparado minutos antes de que llegara.
—Yo, lo siento, lo siento de verdad, no quise decir eso. No soy asÃ, no suelo ser grosera. Discúlpeme, gracias por el té, lo necesito.
—No se preocupe señora Rojas. Yo la entiendo, por favor platÃqueme un poco sobre su hijo.
—Claro, yo…Daniel. Mi pobre Daniel va a desaparecer, se lo van a llevar, falta poco, yo lo sé.
—¿A qué se refiere señora? ¿El padre de Daniel está peleando por la custodia?
—No, no, Ricardo y yo seguimos casados. El está tan desesperado como yo, pero piensa que venir aquà es una pérdida de tiempo.
—Entiendo, por favor, dÃgame cuál es el problema con Daniel.
Casi la primera sesión la gasté con la Señora Rojas, al final le dediqué algunos minutos a Daniel, pero, en resumen, la señora Rojas ha sido testigo de un cambio dramático en el comportamiento de su hijo desde principios del año. Pensó que se trataba de una etapa, un problema en la escuela o algo ligero. Quiero destacar la descripción de la señora durante la sesión:
“Daniel ya no duerme, ya no puede hacerlo. Parece ausente la mayorÃa del tiempo, solo puedo hacer que coma una vez al dÃa. En ciertas ocasiones lo he visto parado en medio del JardÃn durante horas, sin moverse, con la vista en los árboles, tratando de escuchar, de escucharla. Lo peor son las noches, al principio no salÃa de su cuarto, pero ahora deambula por toda la casa. Sigue obsesionado con escucharla llorarâ€
Daniel parece un chico muy despierto, no presenta una sintomatologÃa del clásico niño retraÃdo. Me quedé impresionado de lo abierto que estaba a responder a mis preguntas, tiene un buen nivel social y demuestra tener un uso muy fluido de las palabras. Lo que sà noté fue una clara distracción con la ventana del despacho. Como ya expliqué antes, para el momento de mi primera sesión con él no habÃa mandado podar el árbol todavÃa, pensé erróneamente que se trataba del golpeteo constante de las ramas movidas por el viento, pero ahora puedo asegurar que no se trata de eso, pero me adelanto a los hechos.
Primera entrevista con Daniel:
—Hola Daniel.
—Hola ¿cómo estás?
—Bien, gracias por preguntar ¿Tú qué tal?
—Bien, aunque preocupado por mis padres. Creen que tengo algo y por eso me traen con gente como usted.
—SÃ, hace rato hable con tu madre, está preocupada. Ambos te quieren mucho y se preocupan por ti.
—Sà lo sé, pero no es su culpa lo que pasa, no es culpa de nadie. Ella está triste y llora mucho, yo puedo escucharla, dice ni nombre, que me necesita y quiero ayudarla.
—Pareces ser un chico con buenos sentimientos Daniel, pero cuéntame más de ella ¿es tú amiga de la escuela?
—No, no es de la escuela. No sé cual es su nombre, hablo con ella cuando no se encuentra llorando.
Daniel, después de está pregunta pareció perderse en el golpeteo de la ventana, fue un cambió muy abrupto y ya no respondió a mis preguntas. La sesión habÃa concluido. Al ingresar su madre por él, sucedió algo curioso que me gustarÃa resaltar, justo antes de que salieran y agendáramos la siguiente sesión, Daniel comentó lo siguiente:
—Mi mamá también ha comenzado a escucharla ¿No es asà mamá?
La señora Rojas no dijo nada, pero si pude ver la respuesta en su mirada, una mirada llena de miedo y angustia por algo que no podÃa entender.
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